Jordan trail. A pie por Jordania desde Um Qais al Mar Rojo
Felipe Gomez
No se trata solo de caminar. El Jordan Trail no es una ruta más; es una especie de confesionario a cielo abierto donde el paisaje, la historia y la geografía se conjugan para ofrecernos una mirada radicalmente distinta de Jordania. Un país que, más allá del desierto y de Petra, se revela como un mosaico de culturas, montañas, pueblos humildes y oasis de humanidad.
Desde el norte verde de Um Qais, cerca de la frontera con Siria, hasta las aguas turquesas del Mar Rojo en Aqaba, este sendero de 675 kilómetros propone algo más que un ejercicio físico: una peregrinación laica, un viaje de introspección en zapatillas de trekking.
Un país que se descubre paso a paso
Caminar el Jordan Trail no es solo “ver Jordania”; es, en cierto modo, dejarse ver por ella. Cada etapa —cada polvo de roca roja, cada bienvenida con té amargo y dulzón, cada silencio en el cañón— aporta una capa de experiencia que solo quien anda puede comprender. Este artículo es una invitación a descubrir:
Cómo es el Jordan Trail y qué lo convierte en una de las rutas de largo recorrido más reveladoras del mundo.
Cuáles son las etapas más significativas, con sus matices culturales, históricos y paisajísticos.
Qué implica físicamente y cómo prepararse.
Cómo se compara con otros caminos icónicos -el Camino de Santiago, el Lycian Way- y qué lo hace diferente.
Qué papel juega en la revitalización de comunidades rurales, muchas de ellas olvidadas por el turismo masivo.
Todo ello, con ejemplos, testimonios y sugerencias para quienes desean organizar la aventura de forma profesional con Viajes a Pie.
Un país lineal: del bosque al desierto, de la historia al presente
El Jordan Trail serpentea por ocho regiones que no solo marcan una transición de paisaje, sino también de tonalidades humanas. En el norte, el senderista se cruza con campesinos que aún riegan sus huertas como lo hacían sus abuelos; en el sur, con guías beduinos que leen las estrellas para orientarse entre cañones milenarios. La ruta es larga, sí, pero cada kilómetro merece ser contado.
De Um Qais a Ajloun: los susurros del bosque
La partida es simbólica. Um Qais, antigua Gadara, ofrece vistas al Mar de Galilea y al Yarmuk. Las ruinas romanas marcan el inicio de una ruta donde los olivos centenarios parecen acompañar al viajero en procesión. En primavera, los campos florecen con amapolas y anémonas, y los pueblos se suceden con una mezcla de fe cristiana ortodoxa y tradición musulmana.
Ajloun, con su fortaleza islámica del siglo XII, marca el final de esta primera etapa. Pero más que castillos, lo que se lleva uno de aquí es la amabilidad espontánea de los locales, esa hospitalidad árabe que no necesita guion.
De Ajloun a Dana: la herencia bíblica y los valles del alma
Desde aquí, el sendero se vuelve más árido, pero también más trascendente. En el camino aparecen Madaba, con sus mosaicos bizantinos; el Monte Nebo, desde donde se dice que Moisés divisó la Tierra Prometida; y una serie de wadis que actúan como venas del paisaje. Esta parte del Jordan Trail es ideal para quien busca una conexión espiritual más que deportiva.
Dana, con su reserva natural, es uno de esos lugares que sorprenden incluso al viajero curtido. El contraste entre la biodiversidad y la aridez circundante crea una belleza tensa, contenida, casi teatral.
De Dana a Petra: cuando la roca cuenta historias
La bajada desde Dana hacia el desierto de Feynan es una coreografía de colores ocres, rojos y violetas. Es una zona menos transitada, más introspectiva. El silencio aquí no asusta: acompaña. El sendero te lleva hacia la joya más fotografiada del país, Petra, pero lo hace por la puerta de atrás: Wadi Araba, Wadi Ghuweir, rutas que no suelen ver autobuses turísticos.
Petra merece una pausa larga. Más allá del Tesoro y el Siq, hay senderos escondidos como el Al Khubtha Trail o el camino hacia el Monasterio. No hay que correr. Como decía un caminante que conocimos allí: “Petra no se visita, se escucha”.
De Petra a Wadi Rum: el reino de las piedras vivas
Este tramo es el más exigente físicamente. Las distancias se alargan, el agua escasea y el sol impone su ley. Pero también es el más fotogénico: cañones que parecen de otro planeta, mesetas de roca erosionada, y la posibilidad de ver camellos en libertad. Dormir bajo las estrellas en un campamento beduino aquí es un privilegio, no un lujo.
De Wadi Rum a Aqaba: la llegada al mar como epílogo
Aqaba llega como un suspiro. Tras el polvo, el calor, la soledad del desierto, ver el azul del Mar Rojo es casi místico. Aquí el Jordan Trail termina, pero la experiencia —como todo buen viaje— deja una estela que perdura mucho después del último paso.
Entrenarse para caminar: cuerpo y cabeza
No se necesita ser atleta olímpico, pero el cuerpo debe estar preparado para caminar durante días consecutivos. Entrenamientos con peso, caminatas semanales, trabajo de core. Pero también entrenar la paciencia, la adaptación, el saber parar.
Consejos básicos:
Calzado usado, nunca nuevo.
Bastones sí, pero solo si estás acostumbrado.
Lleva siempre agua de más. Siempre.
Aprende frases básicas en árabe: el lenguaje abre puertas.
Más que una ruta
Lo más notable del Jordan Trail no es solo su paisaje, sino su impacto. Decenas de aldeas —antes invisibles para el turismo— han empezado a ofrecer alojamiento, comida y guía. No hablamos de grandes resorts, sino de casas donde la abuela cocina pan al fuego mientras los niños enseñan las ovejas.
Preguntas que todo futuro caminante se hace
¿Cuándo es la mejor época para caminarlo?
Marzo a mayo y octubre a noviembre. Ni el frío de enero ni el fuego de julio.
¿Es seguro caminar en Jordania?
Absolutamente. Las comunidades locales cuidan del senderista como si fuera un invitado de honor. Aun así, hay que ir preparado.
¿Hay que hacerlo entero?
No. Puedes elegir una sección de 3 a 7 días. La parte Petra-Wadi Rum-Aqaba es perfecta para una primera toma de contacto.
¿Se puede hacer sin guía?
Sí, si tienes experiencia y equipo. Pero hacerlo con guía local es también una forma de conectar con la cultura.
El viaje como forma de mirar
El Jordan Trail no es solo un sendero. Es una manera de leer un país con los pies, de ensuciarse las manos en su historia, de aceptar la lentitud como valor. En tiempos donde todo se mide en clics y fotos, caminar por Jordania es un acto de resistencia y belleza.
¿Lo harías tú?
Y si decides que sí, que este año quieres algo distinto, tal vez te interese hablar con quienes saben diseñar viajes así: Viajes a Pie. No te daremos un paquete, te abriremos una puerta. La del camino.